sábado, 12 de mayo de 2012
Walter Irving Scott
Fue un tahur que dejó alucinados a muchos de los grandes magos durante la década de los años 30 y 40 del siglo XX. En 1930 se reunieron algunos de los grandes nombres de la magia; Irving Scott, que entonces era un completo desconocido, fue vendado. Uno de los presentes, mezcló una baraja y se la entregó. Repartió seis manos de póquer. En su mano fueron a parar los cuatro ases y un rey. Ninguno de los presentes tenía ni la más remota idea de cómo había hecho para lograr semejante azaña. Se ganó el sobrenombre de "The Phantom at the Card Table" (El fantasma en la mesa de juego) y se dijo que su habilidad era equiparable a la del gran ausente aquella noche: Dai Vernon.
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